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jueves, marzo 28, 2024

La esencia de educar es puramente humanista, es educar para la vida.

Por Irma Elena Aguirre Tejeda / Célula Rosa Luxemburgo

Estamos viviendo momentos críticos. Por un lado este virus que ha recorrido varios países convirtiéndose en una pandemia, por otro lado la crisis económica que ya se vivía y ahora va en aumento, y esta cuarentena que acrecentó los problemas sociales como la violencia intrafamiliar, violencia hacia las mujeres, el estrés, la ansiedad y depresión ante la incertidumbre de como depararan nuestras vidas o si llegaremos a salir de esta situación.

Todas las noticias llevan a este tema derivándose de ello también la pregunta ¿Cómo continuar el ciclo escolar durante esta cuarentena?

La iniciativa de la Secretaria de Educación Pública fue arrancar un programa educativo a distancia durante el periodo de la emergencia sanitaria con la estrategia “Aprende en casa” poniendo a disposición plataformas para una comunicación virtual entre maestros y alumnos, subir tareas, para realización de reuniones, tutorías, clases por televisión y radio todo lo anterior para la continuación y favorecimiento de aprendizajes en el trabajo maestro –alumno.

Pero ¿Verdaderamente se planificó este método o forma de estudio, pensando en los alumnos?, ¿Se utilizaron estrategias pedagógicas pensando en las situaciones de los alumnos?, ¿Se tomó en cuenta lo que están pensando nuestros niños en esta pandemia?, ¿Se pensó en cuál es el sentir,  sus miedos al escuchar tanta información sobre un virus que está enfermando y matando al ser humano?, ¿Se tomó en cuenta la parte emocional de los infantes al  ver un cambio repentino en sus vidas cotidianas?, ¿Se habrán tomado en cuenta los métodos efectivos para aprender en un confinamiento basándose en pedagogos y psicólogos que hablen de ello?, ¿Se incluyeron las características como la curiosidad y admiración por la naturaleza, la exploración libre y espontánea de un niño?, ¿Se tomó en cuenta en lo grande que es la imaginación, energía y creatividad de los niños como para mantenerlos sentados varias horas frente al televisor y después pasar al otro aparato para una sesión en la computadora?, ¿Se pensó en los diferentes sentimientos que están explorando al privarlos de su libertad, de correr, de abrazar y besar a sus seres queridos, de no asistir a su escuela donde el conocimiento entre sus maestros y compañeros?, ¿Se pensó si todos los alumnos cuentan con la disponibilidad para ingresar y adquirir conocimientos bajo un método tecnológico poco accesible para muchos de los mexicanos?, ¿Se pensó si cuentan con  computadora y esta con internet, con un celular y este con datos, si cuentan con televisión y radio y estos con señal?, ¿Pensaron que sienten esas almas libres encerradas en una jaula como un pajarito?

No, no creo que se haya tomado en cuenta todo lo antes mencionado. Se están llevando a cabo esfuerzos sin tomar en cuenta factores primordiales como: la situación económica de la mayoría de las familias de los alumnos en México y el más importante el sentir de un infante en estos momentos de encierro por una pandemia.

Claro está en que se hicieron esfuerzos, pero para seguir manteniendo esa pantalla de que el Estado se ocupa de seguir llevando la educación a sus estudiantes resolviendo problemas de este país ante tantas adversidades. Pero no es sino para seguir justificando el presupuesto educativo, porque la educación la manejan como un negocio y no como una herramienta de la liberación, ya que las estrategias pedagógicas no fueron pensadas como aprendizajes para la vida sino para seguir sometiendo a maestros, alumnos y padres de familia en el mismo tenor de no analizar, reflexionar sobre lo que nos acontece y que juntos puedan transformar todo lo que tiene ser cambiado después de esta pandemia.

La tarea de la Secretaria de Educación Pública es de seguir simulando para mantener esa pantalla de gobierno progresista y de cambio que apoya a sus maestros y que va por la educación de sus mexicanos sin impedimentos. Cuando la realidad es que solo generó más estrés y carga de tareas a maestros, padres de familia y estudiantes que son los que de nuevo tendrán que dar la cara a lo que se les ocurre allá arriba ante esta crisis de la educación que se sufre ya desde hace años. Generando así pugnas entre padres de familia y maestros y viceversa. Los padres molestos por la responsabilidad de cumplir con las tareas, mencionando no hacer el trabajo de los maestros y algunos otros maestros retando a los padres de apreciar y valorar su labor diaria.

También una de las causas de emprender estas formas de llevar educación con un cúmulo de información de “sopetón” a la comunidad educativa es para justificar la existencia de la SEP en momentos de emergencia de salud como la que vivimos. Cuando los maestros nunca han necesitado que se les pida hacer su trabajo, pues este se sigue haciendo en estos momentos con la mejor disposición y ética a su labor donde están al pendiente de sus alumnos según sus pasividades y sus propios recursos.

¿Qué papel debemos de tomar entonces los docentes pensando en una educación diferente? 

El papel del maestro debe de ser el de analizar y construir con los padres de familia y alumnos una educación diferente, una educación para la vida en la cual podamos concientizarnos sobre lo que ocurre, el por qué ocurre, cómo ocurre y cómo debería de transformarse para ser mejor. El maestro debe de confiar en su instinto de maestro, basándose en los conocimientos, gustos, intereses de sus alumnos para trabajar como facilitador de experiencias nuevas, novedosas ante la curiosidad y asombro dentro de lo que puede hacer en casa. Comprendiendo el tiempo disponible de los padres siendo tareas colaborativas, de utilidad que favorezcan a la convivencia y bienestar en casa.

De tal manera que los padres y madres puedan aprovechar estos momentos para ofrecer el tiempo y el amor con sus hijos realizando actividades anheladas que por el poco tiempo disponible y cotidianidad no se pueden lograr en este sistema, fomentando y practicando valores humanos que hoy en día se necesitan.

En estos momentos, se quiere justificar el tiempo, la educación que no se está llevando en las escuelas, el presupuesto y todo es una simulación: las autoridades hacen como que se capacitan y actualizan, los maestros como que dan su clase y los alumnos como que aprenden y así todos trabajan desde su casa, algunos por ética y buena intención, otros por alienados y unos algunos pocos por autodidactas. Pero sin comprender que nada podrá sustituir la presencia física de un maestro, de que la esencia de educar es puramente humanista y que el aprendizaje se socializa en carne y hueso, entre maestro y alumno.

Con estos meses sin ir a la escuela no les va a pasar nada a nuestros alumnos, les va a pasar si no empezamos a transformar la educación y este sistema. Pues de nada sirve poder ir a la escuela desde el preescolar hasta el doctorado si no hacemos nada por cambiar la dinámica social que pone en riesgo la vida humana y el planeta entero. Si nos doctoramos en una educación en donde el egoísmo, competitividad y la ambición de la ganancia predominan por sobre los valores y principios que en otra época sirvieron para desarrollar humanidad. Basta de simulaciones. Ha llegado el momento de cambiar todo. Terminar la desigualdad y la injusticia. Acabar con la opulencia y la indigencia. Y comenzar a reeducarnos con otras bases, con otros valores y con otros objetivos. Donde lo que importe, por sobre todas las cosas, sean nuestros niños y nuestros jóvenes.

 

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