Por Héctor González, miembro de la Dirección Colectiva.
Para iniciar creo correcto mencionar que los hechos recientes nos comprueban una vez más la tragedia que representó para los pueblos de Europa la desintegración de la Unión Soviética. Pues no solo implicaba el desmantelamiento político y territorial de la primera experiencia socialista a manos de la clase obrera rusa, sino también la destrucción de sus conquistas históricas obreras y populares. La caída del socialismo y la restauración del capitalismo llevó a los pueblos que fueron parte de la Unión Soviética de nueva cuenta a la explotación del hombre por el hombre y a expensas de eventuales guerras imperialistas, conforme se ponen en riesgo los intereses de una u otra potencia.
Aunque posiblemente ya lo han visto en redes sociales, es necesario hacer un resumen de los hechos que desencadenan esta situación. Con el Golpe de Estado de 2014 que culminó con la salida de Yanukovich del Gobierno Ucranio y el ascenso del Maidan, se posicionó a un sector ligado a grupos de ultraderecha y fascistas. Estos grupos partidarios de la integración a la Unión Europea (UE), fueron financiados y armados por el imperialismo norteamericano para imponer a un grupo xenófobo y belicista afín a sus intereses, todo esto mediante el manual de golpe blando. Lo que traería por ende su afiliación a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). En los medios internacionales se les dio trato de radicales y ultras, pero eran fascistas, cubiertos por una operación mediática y política que respalda objetivos imperialistas.
El gobierno ucranio dio su consentimiento y apoyo para que grupos de paramilitares fascistas atacaran a los sectores que se oponían a la integración de Ucrania a la UE. Desencadenando hechos lamentables como la masacre de Odessa, donde tras enfrentamientos contra los fascistas; sindicalistas, comunistas y antifascistas se refugiaron en la casa de los sindicatos de Odessa, donde tras quedar acorralados, fueron encerrados e incendiado el inmueble donde 48 personas murieron en el incendio (entre ellos, Vadim Papura, un joven comunista de 17 años) y más de 250 sufrieron heridas. Los sobrevivientes fueron acusados por el gobierno pro UE de separatismo, de organizar disturbios y de incendiar el edificio.
Estos ataques se volvieron generalizados en el territorio ucranio, con el silencio de los medios internacionales y demás organismos multilaterales. Hasta el referéndum de Crimea toma expectativa nuevamente. El pueblo de Crimea impulsó un referéndum bajo la idea de integrarse a la Federación Rusa, ante los ataques y persecuciones que el gobierno de Kiev mantenía contra la población que no consideraba puramente ucranios. El cual tuvo un resultado promedio de participación del 82% en la península; Sebastopol y Simferópol rondaron el 90%. Dando como resultado su integración a la Federación Rusa.
A la par de estos hechos los grupos antimaidan en la zona del Donbass, con el ejemplo de Crimea, celebraron otro referéndum con un 89 % de los votantes en Donetsk, en el cual se pronunciaron a favor de la escisión de Ucrania, mientras que un 96% del pueblo de Lugansk tomó la misma decisión, según datos en notas periodísticas. Estos resultados fueron desconocidos por el gobierno fascista, quienes dieron como respuesta ataques contra estas regiones, principalmente en Lugansk y Donetsk, que mantienen un enfrentamiento álgido contra las fuerzas fascistas acuerpadas en el ejército. Durante ocho años fueron blanco del sitio y la agresión militar, del ataque contra escuelas, fábricas, hospitales y zonas civiles, que ha dejado 14 000 muertos, entre ellos infantes y adultos mayores. Todo con el respaldo de la UE y EUA, además del silencio cómplice de los medios internacionales.
Los medios de comunicación masiva en México ahora dejan ver su preocupación por la situación, pero no mencionan o denuncian el proceso de fascistización de Ucrania, la persecución y masacre contra los sectores democráticos, progresistas y revolucionarios de ese país, así como los ataques contra los pueblos de la región del Donbass. O como hicieron con el Partido Comunista de Ucrania, sus parlamentarios y su juventud que fueron ilegalizados.
Nos encontramos ante el escenario que veíamos, tal vez, como menos probable en tan poco tiempo. El de la agresión armada. Para nosotros no hay imperialismo bueno o imperialismo malo. La guerra sea cual sea su origen representará siempre la pérdida de vidas, la destrucción de infraestructura y el riesgo inminente de que escale a un conflicto mayor, con la amenaza del armamento nuclear.
Estamos ante una guerra inter imperialista. La Rusia actual no es la URSS, ni Putin es Lenin. Conforme nuestra concepción, el actuar de Rusia está condicionado por la elite económica y grupos de poder que confluyen a su interior, quienes se beneficiaron de la restauración del capitalismo. Como potencia económica, política y militar tiene intereses de tipo geoestratégicos y de explotación de la amplia gama de recursos naturales que posee el territorio ucranio. La guerra entre Rusia y Ucrania es parte de un conflicto más amplio entre potencias capitalistas, entre Rusia por un lado y Ucrania y las potencias expansionistas de la OTAN por el otro. Ninguno de los bandos de esta guerra defiende los intereses reales de los pueblos de Rusia, Ucrania o de Europa en general. Sin embargo, somos testigos, aunque con distintos matices y actores de una estrategia por parte de la OTAN y el imperialismo norteamericano que fue aplicada en Irak, Afganistán, Yugoslavia, Libia y Siria.
Hay que denunciar el actuar de los grupos de choque fascistas y ultranacionalistas en Ucrania. También hay que condenar el discurso anticomunista y la persecución contra los comunistas, así como la discriminación contra la población de origen ruso y de los pueblos diversos que ahí confluyen. Asimismo debemos condenar la política expansionista de la OTAN que contrario a su discurso de protección constantemente amenaza la paz, la seguridad y la estabilidad de esa región.
El gobierno de Estados Unidos en voz de Joe Biden, anunció severas sanciones y embargos contra Rusia. Estas sanciones no son la salida, pues solo demuestran que esos esquemas de presión y aislamiento, solo tensan las relaciones diplomáticas y los pueblos son quienes sufren las consecuencias. Hasta ayer los EUA autorizaron por concepto de ayuda adicional 350 millones de dólares en armamento para Ucrania. Lo que también pone sobre la mesa el oportunismo de los norteamericanos en que este conflicto escale para beneficio de su maquinaria armamentista.
También anunciaron que “para contribuir a la paz en Ucrania”, la República Checa suministrará a Ucrania fusiles de asalto, ametralladoras, pistolas, rifles de francotirador y municiones por un monto total de unos 8,7 millones de dólares. Y el gobierno alemán emitió un comunicado informando que: “Nuestro deber es apoyar a Ucrania en la medida de lo posible en su defensa contra el ejército de [presidente ruso, Vladímir] Putin que la invadió, es por eso que estamos entregando 1.000 cañones antitanque y 500 misiles Stinger a nuestros amigos en Ucrania”, dice el texto. Lo cual pone de manifiesto que no hay voluntad por alentar una solución pacifica y dialogada, y solo quieren atizar el conflicto.
Los hechos que atestiguamos han sido vertiginosos. Tenemos que ser conscientes de la manipulación mediática que se ejerce desde los medios masivos de comunicación y las redes sociales. Somos blanco de una sobreabundancia de información, por la velocidad e inmediatez en que se comunican o transmiten hechos in situ. En los enlaces televisivos o transmisiones por internet vemos como se efectúa una operación mediática y psicológica posicionando una matriz de opinión hegemónica para escalar este conflicto. Sobra decir – y con esto no quiero contradecirme -que hay una demonización contra todo lo que sea ruso, llegando incluso al grado de emitir opiniones xenofóbicas, anticomunistas y racistas tras el inicio de las operaciones militares. Pero omiten el carácter belicista y fascista del gobierno ucranio, demostrando el doble rasero con que se informa en este tipo de conflictos. Hay que ser cuidadosos en qué se comparte y se ve, pues las noticias falsas y la exacerbación de algunas acciones están a la orden del día.
En concreto creo que debemos exigir el cese de las operaciones militares, que de escalar el conflicto traerá consecuencias impredecibles. Defender la posición de las Republicas Populares de Donetsk y Lugansk, en su derecho a la autodeterminación como pueblos tras un asedio de ocho años. Denunciar el papel militarista y expansionista de la OTAN, la UE y EUA en instigar y cercar a Rusia. Naturalmente condenar la guerra venga de quién venga, procurando una salida diplomática y dialogada, con base en los acuerdos de Minsk, que ponga fin a este incidente belicista en esa región.