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martes, octubre 21, 2025

La rebeldía entre las montañas. (En veces como niebla. Otras como lluvia. Y ahora como fuego.)

Por: Irma Elena Aguirre Tejeda, integrante del Comité Central.

Son días de arte y de compartición. Donde se llevaron a cabo varias obras de teatro en las cuales los compañeros dramatizaron las situaciones que se vivieron antes de derrocar en sus comunidades la denominada pirámide del sistema: el despojo, explotación, el desprecio y represión. Y también como tumbaron su pirámide para llegar al Común.

Con decenas de jóvenes actuando nos mostraron como resolvieron las complicaciones a las que se enfrentaron al combatir con los vicios del capitalismo. Luego modificaron su estructura, lo que no servía lo quitaron. Cambiaron sus formas organizativas, dejaron de depender de otros para solucionar los problemas de sus comunidades, como darle seguimiento a cada circunstancia y el tener eficacia para resolver, nos mostraron como combatieron la violencia y el patriarcado en prejuicio de las mujeres, que al principio se presentaban casos de violaciones, corrupción y soborno. Todas esas malas mañas se erradican día con día, bajo los principios y valores de un pueblo que resiste ante el mal gobierno y al sistema.

También nos contaron, a través del teatro, su gira por Europa. Desde su traslado en barco y en avión. Los lugares donde estuvieron y su experiencia más aleccionadora que es la de conocer la Tierra de Nadie en la isla de Chipre.

Los compañeros zapatistas desde el primer día demostraron su capacidad de organización en las diferentes áreas de trabajo que cada uno tiene que cumplir. Desde los que te dan la bienvenida para que te instales, los que te registran, hacen la comida, la milicia que resguarda la zona, los compañeros que participaron en el área artística, todos desde sus capacidades, necesidades, con ímpetu y en colectivo.

Pero esto es resultado de un largo trabajo de más 30 años que ha llevado a reaprender las formas de organizarse.

Impresiona que en ese rincón entre montañas se hayan reunido las rebeldías de todo el mundo. Bueno, solo algunas de algunas partes del mundo. O como se llama el propio encuentro: algunas partes del todo.

Si hay resistencias

Si hay rebeldía.

Si hay esperanza.

A lo lejos veo al Subcomandante Moisés entablar un diálogo con el Secretario General del Partido. Se me hace algo poco común en mi experiencia. Les echo un grito a los pioneros y los reúno.  Vamos a conocer al Subcomandante les digo.

Nos acercamos con reserva y alcanzamos a escuchar algo de su diálogo.

El compañero nos trata con familiaridad.

Nos acercamos más.

Solo se escucha: esta es la familia del Ranchero. Sus nietos: Elisa Libertad y Rafael Sebastián.

En eso recuerdo.  El ranchero es Salvador Castañeda O’Connor, el más comunista de los zapatistas. Como le llamó cariñosamente el ahora Capitán Marcos.

Algo le dice a Sebastián que no alcanzo a entender. Sebastián se ríe. Los compañeros también.

El Subcomandante Moisés ahora le dice: tienes que llegar a ser como El Grande.

Sebastián busca el entendimiento de su padre, este le aclara: como tu abuelo.

Elisa se tiende de manera sorpresiva a abrazar al principal dirigente del EZLN. Quien responde al abrazo, como quien ha resistido más de 500 años a todo, como quien se sabe entre compañeros, y como quien encabeza en el planeta la lucha por la vida.

Ahora entiendo. El EZLN es parte de la vanguardia mundial en la lucha por la vida, por el planeta.

Quienes militamos en el Partido de los Comunistas caminamos como si en estas tierras hubiéramos nacido. Nos sentimos parte. Alguna parte del todo.

Continuamos compartiendo con otros colectivos y grupos. Saludamos a compañeros de la CDMX que recientemente se encontraron con otros camaradas en el aniversario de la tragedia de Pasta de Conchos.

 Alguien nos pregunta, ¿van a participar?

No, nosotros venimos a escuchar, a aprender.

De pronto la pirámide que está en el campo donde nos reunimos se incendia y es tumbada. Recuerdo las palabras del compañero Subcomandante, cuando nos dijo: ¿cómo ven?, hay que tumbarla ¿no?.

Y sí, la tumbaremos para construir otra cosa.

Han sido días maravillosos. Me regreso a mi trinchera de lucha, mi célula, convencida de que solo vale la pena vivir por la construcción de otra sociedad, por el socialismo.

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